Es una pregunta que incluso para un arquitecto es muy difícil de responder con una simple frase. Aunque la arquitectura sea algo tan omnipresente, material y tangible, está llena de sutilezas, matices, conceptos y experiencias sensoriales que la hacen algo sumamente compleja.
A lo largo de la historia, los arquitectos han dejado para la posteridad su definición personal de este término. Enunciados que de una forma más o menos poéticas nos muestran como entendían la arquitectura. Una de las más famosas es:
Otra definición que particularmente me gusta mucho y que muestra claramente la estrecha relación que la arquitectura guarda con la música y con las artes en general dice lo siguiente:
Para comprenderla bien, lo primero que hay que entender es que la arquitectura posee múltiples dimensiones que trataré de explicar a continuación:
Contenido
Arquitectura como Arte
La definición más habitual que encontramos es la siguiente:
La arquitectura es el arte y la técnica de de proyectar y construir edificios
Aunque sea una frase corta, abarca muchísimo porque nos lleva a plantearnos qué es el arte y qué se puede considerar como tal, lo cual daría para discutir largo y tendido puesto que no hay una respuesta unánime. Entramos en un mundo completamente abstracto. Por si resultara de poca complejidad, el concepto de arte es diferente según la época y el lugar en el que nos encontremos. El arte es una respuesta humana al momento histórico, social y económico existente. Es lo que define una cultura. El artista plasma su visión del mundo en sus obras.

Para los griegos, que fueron los primeros en teorizar sobre el arte, éste era sinónimo de destreza o habilidad para hacer algo, y que además llevara aparejado un aprendizaje y el seguimiento de ciertas reglas o criterios. Ellos consideraban la arquitectura como una de las seis artes mayores, junto con la la pintura, la literatura, el teatro, la danza, la escultura. En el siglo XVIII, cuando se acuñó el concepto de Bellas Artes se dijo que el arte es fruto de un proceso creativo y una necesidad humana de expresarse mediante formas, colores, sonidos, movimientos, palabras… Para crear algo que sea disfrutado por los sentidos, es decir, que haya una experiencia estética.
Por eso, la mayoría de lo que se construye hoy en día no puede ser considerado como arquitectura, puesto que no encontramos esta cualidad artística capaz de emocionarnos. La mayor parte de las edificaciones que nos encontramos en nuestras ciudades son anodinas, no transmiten nada y se han construido con un propósito meramente funcional.
¿Pero como puede un edificio convertirse en una obra de arte? La arquitectura cuenta con los siguientes recursos o elementos, a través de los cuales puede lograr esta dimensión artística:
Los materiales
Son como los colores que utiliza un pintor en un cuadro. Cada material tiene unas características determinadas e incorpora un color, un brillo y una textura y se expresa de una determinada manera. Por tanto los materiales pueden transmitirnos una enorme cantidad de sensaciones: calidez, sobriedad, robustez, ligereza, pureza…
La forma

Al igual que en una escultura o en una pintura, la arquitectura es una composición de volúmenes, planos y objetos que pueden producir multitud de sensaciones: grandeza, equilibrio, dinamismo… Las formas que podría tomar un edificio son prácticamente infinitas, que van a depender de como se de respuesta al programa de necesidades y se interprete el lugar.
El espacio
La arquitectura construye espacios que nos envuelven y aquí se diferencia de las demás artes que se contemplan desde fuera. Las sensaciones que producen en nosotros están muy relacionadas con nuestra psicología y nuestra percepción espacial. Un espacio puede transmitirnos seguridad, desconcierto, paz…
La luz

Es el material intangible. Al igual que se trabajan los otros materiales, los arquitectos estudian como la luz va a entrar dentro del espacio. A parte de iluminar, produce brillos y reflejos sobre los materiales, sombras en las formas y en los volúmenes que van cambiando a lo largo del día. En resumen, la luz da vida a a todo lo anterior. Y es sin duda uno de los elementos más potentes para transmitir emociones.
Sin embargo, un edificio que haga un buen uso de estos recursos y que efectivamente sea capaz de emocionarnos, no podrá ser considerado buena arquitectura si no satisface de una forma adecuada la función para la que fue construido.
Arquitectura y ser humano
Para el ciudadano de a pie, arquitectura son todos los edificios que nos rodean, sin más, pero ¿una plaza, un parque, un espacio público, es o no es arquitectura? ¿tiene que ser entonces un espacio cubierto o cerrado? ¿cualquier construcción es arquitectura? ¿por ende, una caseta de perro es también arquitectura? ¿Y aquello que la naturaleza ha construido, se puede considerar entonces a las cavernas, cañones, monolitos y demás formaciones geológicas como arquitectura? ¿Y las estructuras creadas por los animales como los nidos o las colmenas?
Sin negar en absoluto la belleza y lo fascinante de las estructuras naturales, existe un elemento clave para considerar lo que es arquitectura y es la dimensión humana. La arquitectura tiene que haber sido construida por el ser humano y tiene que servir a algún propósito relacionado con sus necesidades. Y como producto humano, se tiene que construir a su medida, por eso muchos artistas y arquitectos estudiaron el cuerpo humano y sus proporciones para establecer un canon de medidas que sirva para diseñar todo lo demás.
Función
La arquitectura tiene una función utilitaria y esto la hace diferente de las demás artes. La arquitectura está destinada a usarse, a cumplir una función. Cada tipo de edificio: viviendas, colegios, hospitales satisfacen necesidades concretas. Y dentro de cada edificio, cada espacio sirve a algún propósito, lo que se conoce como el programa de necesidades del edificio.
Pero construir edificios y ciudades que sean únicamente funcionales no es suficiente. Tras la Segunda Guerra Mundial se celebró en Alemania una conferencia (Darmsträder Gesprächen 1951) entre Heidegger y algunos arquitectos que procederían a la reconstrucción de las ciudades. En su texto Construir, Habitar, Pensar éste señaló que:
Con esto quiere decir que las viviendas tienen que ser algo más que un techo y unas paredes, o un lugar donde “almacenar” a la gente. Por eso la arquitectura del racionalismo o funcionalista del Movimiento Moderno fue criticada, por su frialdad y falta de humanidad.
La necesidad de habitar
La arquitectura pone al ser humano como protagonista principal y como su finalidad la de satisfacer su necesidad de habitar. Se podría resumir diciendo que:
La arquitectura es lo construido por y para el ser humano, para satisfacer su necesidad de habitar
Al introducir esta palabra tan cotidiana y que parece tan sencilla como es “habitar” nos hemos adentrando como ya hemos visto en un vasto terreno filosófico pues tiene un significado muy profundo y simbólico.
Para alcanzar a comprender el significado de habitar, Heidegger busca el origen y el sentido de la palabra en el alemán antiguo. La relación que encuentra entre los términos germanos es similar a como es con el castellano. Habitar proviene del latín habitare, que es el frecuentativo del verbo habere, que significa tener. Por tanto habitar se podría definir como “tener de manera reiterada”, pero tener ¿el qué? Tener un lugar, tener un espacio.
Para Norberg-Schulz, habitar significa experimentar la vida como multitud de posibilidades. Para este arquitecto y teórico noruego la identidad humana está profundamente relacionada con los lugares y el sentido de pertenencia.
Habitar es pertenecer a un lugar concreto y que a su vez, éste te pertenezca a ti.
Arquitectura y entorno
De igual modo, la arquitectura también ha de pertenecer al lugar. Esto quiere decir que se debe integrar, que debe relacionarse con su entorno, con sus circunstancias, saber interpretarlas y dar una respuesta que no sólo responda a las necesidades humanas sino también a las urbanas o paisajísticas. Muy en relación con esto, en la mitología romana existía el llamado genius loci, el espíritu protector de un lugar venerado en todos los hogares.
En la actualidad el genius loci es empleado para referirse a los aspectos más característicos de un lugar, a su esencia. En base a lo anterior se podría añadir que:
Arquitectura es cuando lo construido reúne las propiedades mismas del lugar y lo respeta.
La arquitectura modifica el habitat y produce una alteración en el paisaje que en muchos casos trasciende la dimensión humana. Primero por el espacio físico que ha de ocupar para que se pueda asentar, después los materiales y recursos necesarios que hay que extraer, por el impacto visual que genera en su entorno y por su duración en el tiempo.

Por eso para que sea arquitectura debe tener en cuenta al lugar, la naturaleza y el uso que se hace de ésta y de sus recursos. Debe alcanzar el equilibrio entre satisfacer la necesidad humana de habitar y el respeto al medio. De nada sirve tener edificios y ciudades maravillosas si como consecuencia de esto estamos destruyendo el medio ambiente. Por tanto, la arquitectura de nuestro tiempo debe ser sostenible.
Conclusión
¿Entonces cómo se puede distinguir lo que es arte (arquitectura), de lo que es una mera construcción? Como hemos visto antes, la arquitectura consiste en la construcción de espacios que tengan un sentido donde el ser humano pueda habitar. Y ese tener sentido, se revela cuando lo construido es coherente con las necesidades humanas que se plantean, da una respuesta sensible al entorno, al contexto histórico y cultural, y si además es capaz de producir emociones, es cuando podemos afirmar que lo construido es arquitectura.